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Dios nace para encontrarse con nosotros
El Penitente
La Navidad no es solo una fecha marcada en el calendario ni un paréntesis sentimental en medio del año. Es, ante todo, el recuerdo vivo de un acontecimiento que ha cambiado la historia: el nacimiento de Jesús, Dios hecho hombre, que entra en el mundo con la sencillez de un niño y la fragilidad de un pesebre. En una sociedad a menudo distraída por el ruido, el consumo y la prisa, la Navidad nos invita a detenernos y a volver a lo esencial.
El nacimiento de Jesús nos habla de un Dios que no se impone con poder, sino que se acerca con humildad. Como recordó San Juan Pablo I, «Dios es padre; más aún, es madre», subrayando con esta expresión la ternura y la cercanía con la que Dios se inclina hacia cada persona. En Belén no encontramos un trono, sino un abrazo silencioso que se ofrece a todos, especialmente a los más pequeños y olvidados.
La Navidad nos recuerda que la fe cristiana no se basa en ideas abstractas, sino en un encuentro concreto. Benedicto XVI lo expresó con claridad al afirmar: «En el Niño de Belén, Dios se ha hecho verdaderamente uno de nosotros». Este hecho da sentido a nuestra vida cotidiana, a nuestras luchas y esperanzas, porque Dios no permanece lejano: entra en nuestra historia, comparte nuestras heridas y camina con nosotros.
Hoy, más que nunca, el mundo necesita el mensaje que brota del pesebre. Frente al individualismo y la indiferencia, el nacimiento de Jesús propone una lógica distinta: la del amor que se entrega. El papa Francisco nos recuerda que «la Navidad nos invita a volver a Belén, a la sencillez, a redescubrir lo esencial». Allí comprendemos que la verdadera grandeza no está en acumular, sino en acoger; no en dominar, sino en servir.
Felicitar la Navidad, por tanto, no es solo desear unos días felices, sino anunciar una esperanza. Es recordar que Dios sigue naciendo cuando hay perdón, cuando se tiende una mano, cuando se cuida al que sufre. El pesebre no pertenece al pasado: se hace presente cada vez que dejamos espacio a Dios en nuestra vida.
Que esta Navidad nos ayude a mirar con fe el misterio de Belén, a renovar nuestro compromiso con el amor y a vivir con la alegría serena de saber que no estamos solos. Dios ha nacido para nosotros. Y eso lo cambia todo.
Feliz Navidad del equipo de El Penitente
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