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José Joaquín León le habla a Sevilla con un pregón lleno de memoria, fe y sentimiento

El Penitente
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José Joaquín León le habla a Sevilla con un pregón lleno de memoria, fe y sentimiento

En un Teatro de la Maestranza colmado de solemnidad, emoción y devoción, José Joaquín León ofreció este mediodía un Pregón de la Semana Santa de Sevilla cargado de sentimiento, vivencias personales y una profunda sensibilidad cofrade. Durante más de dos horas, el veterano periodista y escritor gaditano —aunque sevillano de corazón— desgranó una exaltación que combinó tradición, memoria y poesía, en un discurso que ya se inscribe entre los más intensos de los últimos años.

José Joaquín León comenzó su alocución con un gesto simbólico: hizo sonar un llamador colocado bajo el atril, evocando así su primer recuerdo de la Semana Santa, una portada del diario ABC que mostraba a un nazareno del Amor por la calle Cuna. Ese fue el pórtico emocional de un pregón que, desde su inicio, se presentó como un viaje introspectivo y colectivo por la Sevilla de los cirios, el incienso y las devociones eternas.

A lo largo del texto, el pregonero no escatimó en referencias a imágenes, pasos y escenas de la Pasión representadas en la ciudad, desde el Pilato de San Benito hasta el Cirineo de San Isidoro, pasando por la Quinta Angustia, el caballo de Triana o la solemnidad de la Macarena. Con especial atención a los barrios, León pintó con palabras el alma cofrade de San Lorenzo, San Vicente, El Arenal, La Alfalfa o Santa Cruz, sin olvidar la fuerza de las Hermandades de Vísperas, a las que denominó “cofradías de primera necesidad”.

El pregón estuvo también marcado por la emoción del recuerdo. José Joaquín León rindió homenaje a varios cofrades fallecidos, entre ellos Manolo Rodríguez, a quien evocó como “mi hermano mayor en la Soledad sin llegar a serlo”. Hubo espacio para la crítica constructiva, cuando el pregonero llamó a la humildad dentro de las hermandades, y para el guiño fraterno a quienes viven su fe desde el interior más silencioso de las cofradías.

El broche de oro llegó con una saeta dedicada a la Virgen de la Soledad, cantada desde el corazón, seguida de una sentida Protestación de Fe que arrancó los aplausos de los asistentes. Fue el cierre perfecto de un pregón que supo conjugar el conocimiento enciclopédico del mundo cofrade con la emoción serena del que ha vivido, sentido y amado profundamente la Semana Santa sevillana.

José Joaquín León no solo pregonó, sino que confesó su alma en voz alta. Y Sevilla, rendida, escuchó.

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