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Entrevista a Juan Antonio Guillén

El Penitente
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Entrevista a Juan Antonio Guillén

Humildad en el Cerro del Águila no es solo una devoción cristífera, es la característica que lleva por bandera todos aquellos que habitan este barrio sevillano. Juan Antonio Guillén es uno de ellos, capataz de la patrona de todos los cerreños y miembro del equipo de auxiliares de Francisco Reguera en El Beso de Judas, en la Virgen del Patrocinio, una de sus grandes devociones, y recientemente del Stmo. Cristo del Buen Fin. Nos citamos con Guillén en Afán de Ribera, el corazón de su barrio, para charlar sobre el mundo del martillo, costal, y por supuesto, de la actualidad que atraviesan nuestras hermandades y cofradías.

-¿Qué es para Juan Antonio Guillén la Semana Santa?

Es un testimonio de varias parcelas donde se mezcla lo religioso, cultural y fervoroso. Yo por mi parte me siento identificado dentro de todas esas parcelas.

-¿Cómo fueron sus comienzos en el martillo?

En 1979 aquí en el Cerro con la cuadrilla recién fundada de hermanos costaleros. Yo fui uno de los fundadores de esta cuadrilla al poseer experiencia en el mundo del costal, pues anteriormente salí de costalero en varias cofradías como el Cristo de la Salud de La Candelaria o la Virgen del Patrocinio del Cachorro, y posteriormente contraguía también en la Candelaria con Ramón Aramburu. En el año 79 también empezamos a organizar la cuadrilla de la Redención.

-¿Qué diferencias encuentras en el mundo del costal desde esos comienzos hasta hoy día?

Desde que yo empecé en el 79 hasta hoy día ha cambiado mucho a nivel general. En esa época todas las hermandades se echaban un cable las unas a las otras. Los capataces hemos ido aprendiendo y lo seguimos haciendo día a día. Yo por mi parte me preocupo mucho por las igualás y la caída de los pasos. Por otro lado, antes iban los justos bajo el paso y hoy día se pueden hacer dos cuadrillas para un solo paso sin problemas, lo que propicia un mayor lucimiento. Además, las cuadrillas están muy implicadas en las hermandades para todo aquello que necesiten.

-¿Es Sevilla el referente de las demás ciudades de Andalucía a la hora de andar los pasos?

Sevilla es la cuna del costalero y referente de todas las ciudades que llevan o quieren llevar costaleros. Como yo suelo decir “aquí hay que morir”. De hecho muchos vienen aquí a aprender, y después hacen su número en sus ciudades o pueblos. Yo formé una cuadrilla de Ciudad Real tras un congreso de capataces y costaleros en el año 92. Cuando llegué allí comprobé como apenas marcaban el compás a la hora de andar, pues ellos no mamaron de eso, cuando aquí sin embargo, lo hacemos desde la Cruz de Mayo formando costaleros desde niños. También fui a Huévar a formar la cuadrilla de la hermandad de La Sangre, para la cual tuve que echar mano de varios hombres de aquí del Cerro. Sevilla pesa mucho y aquí viene gente desde Motril, Tarragona, e incluso llegaron a venir un cerreño desde Guinea Ecuatorial gastando mucho dinero en viajes para ensayar.

-¿Hay algún capataz que te marcara por su estilo en el martillo? ¿Y actualmente?

Para mí siempre fue Manolo Rechi y toda su familia. Hoy día Paco Reguera.

-Un defecto y una virtud de las actuales cuadrillas de costaleros.

Los costaleros y capataces somos los que somos y no debemos de creernos más de eso dentro de una hermandad, pues somos uno más en ellas. Una virtud es que hay que ser muy valiente, y lo digo a boca llena, para llevar los pasos como lo llevamos y que se puedan lucir como lo hacen. En eso hemos ganado mucho, cada paso con su estilo. Por todo ello, ole, ole y ole por las cuadrillas de costaleros.

-¿Qué es más importante, la afición o la devoción?

Para ser costalero lo primero que tiene que pasar es que tengas dedicación, actitud y que te guste el trabajo que vas a hacer, porque cargar con 40 kilos para nada no es lógico. Los pasos hay que traerlos, no solo llevarlos, y para eso yo por mi parte busco a gente que sea fuerte de piernas e implicados con el trabajo que están realizando, y a eso se le puede llamar afición y devoción por lo que lleva arriba. De nada sirve la devoción si a las dos chicotás te vienes abajo. No quiero ni maestros ni gente que viene por promesa, si que es cierto que en todo ello, la devoción puede ser un plus.

-¿Se imagina una Semana Santa con pasos a ruedas a causa del Covid-19?

No. Los pasos están montados de tal manera a nivel estético que es un compendio de movimiento y dulzura, y esto solo lo puede proporcionar el ser humano, nada artificial. Ha habido varias hermandades con distintos artilugios que no consiguieron sacar su idea hacia delante, no era lógico.

-¿Qué paso te hubiera gustado sacar?

El paso que siendo un niño de 4 años soñé sacar y le dije a mi padre que sacaría de mayor, lo cumplí y aún lo tengo, que es la Virgen del Patrocinio.

-¿Qué propondrías para la Semana Santa del próximo 2021 si las cofradías no pueden sacar sus pasos a la calle?

O se sale bien como siempre se ha salido o cada uno en su casa. A estas alturas que estamos de la pandemia, por temas sanitarios ni siquiera propondría cultos en los que la gente pueda aglomerarse en las iglesias, pues eso es lo que hay que evitar. Se sabe que en una situación normal, por suerte las iglesias se llenan con lo más mínimo que una hermandad organice. Ahora, a todos se nos aconseja que en esta época que nos está tocando vivir no formemos grupos, entonces ¿de qué nos vale que hagamos todo esto? Creo que lo estamos haciendo para que las tradiciones no se pierdan, pero aquí no se va a perder nada.

-Cuéntanos la anécdota de tu llamá al paso de la Virgen de los Dolores desde el balcón de tu casa.

Eso fue… (risas) Poco antes de la Semana Santa del 2009 me operaron de un pie tras el rechazo de una operación anterior, y yo me encontraba en silla de ruedas con el pie en alto. Ese año, Paco Reguera se hizo cargo de los dos pasos de la hermandad del Cerro, que en esa época pasaba por la puerta de mi casa en su regreso. Paco me llamó por teléfono y me pidió una marcha, y yo le dije que me gustaría escuchar “Encarnación Coronada” pues como músico que soy, me gusta mucho escuchar a los costaleros cantar al son de la música. Me dijo que pararía el paso a la altura de mi balcón y desde allí, yo llamaría a mis costaleros, no me lo podía creer, no sabía a que se refería. Él me dijo que le daría al llamador y que yo gritara para llamar al paso como lo hago normalmente, y así ocurrió. Todo pasó sobre la marcha, la calle estaba oscura, preciosa, y la gente de abajo no sabía nada. La llamá se la dediqué a ellos y a la madre que les parió. Tras ello, la banda empezó a tocar con la marcha que le pedí y la gente rompió en aplauso, fue una anécdota muy emotiva (risas).



EN UN MINUTO

-Un Hermandad:

El Cerro.

-Un Cristo:

Ntro. Padre Jesús de la Redención.

-Una Virgen:

Dolores del Cerro.

-Una calle para ver pasar una cofradía:

La Catedral.

-Una Banda:

La Redención

-Una Marcha:

Amor de Madre

-Un momento para recordar:

La primera llamá que siempre hago en el Cerro, dedicada a los más allegados, y a los hermanos difuntos de la hermandad.

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